No cabe duda de que el uso de audífonos altera las condiciones naturales del conducto auditivo. Hay que tener en cuenta que, de hecho, un audífono es un obstáculo físico que:

  • Dificulta la ventilación del pabellón auricular, por lo que aumenta la humedad en el oído
  • Impide la salida normal del cerumen

 

Evitar el exceso de humedad

Un exceso de humedad en el oído aumenta el riesgo de infecciones por hongos y/o bacterias. Es decir, el riesgo de otitis.

Especialmente después de la ducha y antes de colocarse el audífono es conveniente utilizar un aerosol ótico antihumedad. Mantener seco el conducto auditivo no solo es una buena prevención de las otitis, sino que también prolonga la vida útil del audífono.

Cuidado con el cerumen

Si el cerumen se queda dentro del oído, se va a endurecer, compactar y formar un molesto tapón, un problema bastante frecuente entre los usuarios de audífonos. El sistema más práctico de evitarlo es utilizar un reblandecedor del cerumen, para que sea más fluido y pueda eliminarse fácilmente con la higiene habitual.

Despejar dudas

Si tienes alguna duda en cuanto a la higiene del conducto auditivo, quien mejor te la resolverá es un profesional de la salud (médico o farmacéutico).

Si la duda está relacionada con la higiene de los audífonos, encontrarás el mejor consejo en el centro auditivo correspondiente.