¿Qué son las Otitis?
Cuando hablamos de otitis casi siempre nos referimos a la otitis externa, una inflamación del conducto auditivo externo provocada por una infección. Esta infección puede ser causada por hongos (algunas veces) o por bacterias (casi siempre).
Las piscinas, sospechosas habituales
A las bacterias les encantan los ambientes húmedos y cálidos. De hecho, algunas de ellas (Pseudomonas aeruginosa y Staphylococcus aureus) forman parte de la flora normal del conducto auditivo. Mientras todo está en equilibrio, no hay problema.
Pero cuando nos entra agua en el oído (algo muy frecuente en las piscinas, pero que también ocurre en la ducha) y no conseguimos ni sacarla ni secarla, se queda retenida en el conducto auditivo, formando un “caldo de cultivo” ideal para que las bacterias antes mencionadas se multipliquen en exceso y empiecen a invadir todo lo que les rodea.
Entonces es cuando la zona afectada se inflama y empieza a doler. Estaremos en un caso de otitis, en este caso una otitis externa, para ser más exactos.
“Doctor, me duele el oído»
Si creemos estar ante los síntomas de una otitis, lo aconsejable es ir directamente al médico.
Con toda probabilidad te recetará unas gotas óticas, que suelen ser una combinación de antibióticos (para eliminar las bacterias) y un corticoide (para combatir la inflamación).
Si la infección parece más complicada, es posible que además recete un tratamiento más específico para tomar por vía oral.
Es importante seguir al pie de la letra las recomendaciones del médico. Porque con las infecciones no se juega.
Es más, si la infección no fuera por bacterias sino por hongos (algo que sólo los médicos saben distinguir), resulta que los antibióticos están contraindicados y podrían empeorar las cosas.
¿Se pueden prevenir las otitis?
Las infecciones que se producen por entrada de agua en los oídos son relativamente fáciles de prevenir. Los métodos más aconsejables por comodidad o practicidad son:
- Evitar los baños en lugares sospechosos de contaminación (aguas estancadas, piscinas con mantenimiento deficiente…)
- Utilizar tapones para oídos, específicos para natación (los que son para aislar del ruido no sirven)
- Secarse cuidadosamente los oídos al terminar el baño
- Como medida adicional, pulverizar los oídos con una solución alcohólica secante